Tras la caída del imperio romano en el año 476, Europa
comienza una nueva etapa, conocida como Edad Media que finalizaría a principios
del siglo XIV.
El punto de arranque de las matemáticas en Europa fue la
creación de los centros de enseñanza. Con anterioridad, tan solo algunos monjes
se habían dedicado a estudiar las obras de carácter matemático de los antiguos.
Uno de los primeros centros de enseñanza fue organizado en Reims, ciudad
francesa, por Gerberto (Silvestre II) a finales del siglo X. Gerberto, fue
posiblemente el primero de Europa que enseñó el uso de los numerales
indo-arábigos. Sin embargo, hubo que esperar a que los musulmanes rompieran la
barrera lingüística, hacia el siglo XII, para que surgiera una oleada de
traducciones que pusiera en marcha la maquinaria matemática. Tras estas
traducciones en árabe, entra en escena el importante papel que desempeñaron los
traductores españoles, ya que éstos a su vez tradujeron las obras del árabe al
latín, permitiendo su difusión por Europa. Uno de los traductores más
importantes fue Gerardo de Carmona (1114- 1187), quien tradujo del árabe los
Elementos de Euclides, el Almagesto de Ptolomeo y el Álgebra de Al-Khowarizmi.
Los principales centros en los que se desarrolló este punto de arranque
matemático en Europa fueron las universidades de Oxford, París, Viena y Erfurt
(estas dos últimas fundadas en los años 1365y 1392 respectivamente).
Cabe
destacar a tres matemáticos del siglo XII y XIII procedentes de sectores
sociales muy distintos, que contribuyeron a popularizar el “algorismo”:
-Alexandre de Villedieu fue un franciscano francés que escribió Carmen de
algoritmo, una obra lírica en la que se describen con detalle las operaciones
fundamentales con los enteros utilizando los numerales hindú- arábigos y
considerando al cero como un número.
-John de Halifax (1200-1265) conocido
también como Sacrobosco, fue un maestro inglés que contribuyó con su obra Algorismus
vulgaris, manual práctico de cálculo que rivalizó en popularidad con su otra
famosa obra: Sphaera, un tratado sobre astronomía que se usó en las escuelas a
lo largo de la Edad Media tardía.
-Y el tercero y más importante fue Leonardo
de Pisa (1170 - 250), más conocido como Fibonacci o “hijo de Bonaccio”. Fue
educado en África y viajó extensamente por Europa y Asia Menor, gracias a lo
que pudo aprender el sistema de numeración indo-arábigo. En 1202, Fibonacci
escribió su Liber Abaci (el libro del ábaco), un tratado muy completo sobre
métodos y problemas algebraicos en el que se recomienda con gran insistencia el
uso de los numerales hindú-arábigos.
El Liber Abaci no es un libro cuya lectura
resulte precisamente gratificante al lector moderno porque explica los procesos
algorítmicos o aritmético usuales, incluida la extracción de raíces en
problemas de transacciones comerciales, utilizando para ello un complicado
sistema de fracciones al calcular los cambios de moneda .No deja de ser una de
ser una de las ironías más notables de la historia que la principal ventaja del
sistema de notación posicional, es decir, su aplicación a las fracciones,
pasase casi desapercibido a los que utilizaron los numerales indo-arábigos
durante los primeros mil años de su existencia.
Tanto en el Liber Abaci como en
su trabajo posterior: Liber Quadratorum (1225), Leonardo se ocupó del álgebra.
Siguió a los árabes en usar palabras en lugar de símbolos y basar el álgebra en
métodos aritméticos. Expuso la solución de ecuaciones determinadas e
indeterminadas de primer y segundo grado, así como de algunas ecuaciones
cúbicas. Al igual que Khayyam (matemático árabe), creía que las ecuaciones
cúbicas no podían ser resueltas algebraicamente.
La característica nueva más
significativa del trabajo de Leonardo es la observación de que la clasificación
de Euclides de los irracionales en el libro X de los Elementos no incluía todos
los irracionales. Fibonacci mostró que las raíces de la ecuación x$ +2x"
+10x =20 no pueden construirse con regla y compás. Esta fue la primera
indicación de que el sistema de números contenía más de los que permitía el
criterio griego de existencia basado en la construcción mencionada.
Pero a
pesar de todo, Fibonacci quedaría inmortalizado por la famosa sucesión que lleva
su nombre y su no menos conocido “problema de los conejos”.
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